Editorial Dunken, Buenos Aires, 2011
Comentario a Letra Marginal de Leonardo Gastón Herrmann
Una particularidad distingue y hace especial a esta novela: el ensamble de dos géneros,
el poético y el narrativo, que se lleva a cabo con fluidez y sin grandilocuencia. Por un lado,
observamos en lo narrativo el acierto en la pintura cotidiana de un ambiente marginal
desde adentro (hecho nada fácil y que revela vivencias intransferibles, lo que se dice
“mucha calle” y sensibilidad por parte del autor); por otro lado, se advierte la absoluta
poesía que irrumpe en ciertos momentos en la expresión, sintetizando una situación,
(El viento atraviesa las vértebras de las fotos que se desangran) o adelantando en un
epígrafe,(Tengo estas manos mías, tan gastadas que lloran letras) con un sentimiento
fortísimo, lo que va a suceder.
Los capítulos mayores, que son 14, se subdividen respectivamente en 2, 3 o 4 partes, que
sirven para dar intensos pantallazos de la acción. La novela, contada en 3ª persona, está
focalizada internamente en el personaje de Roberto, que bien puede ser cualquier
empleado despedido de ENTEL en la época de las privatizaciones menemistas.
Recuerdo que el autor se refirió a su obra como “prosa poética”. Me permito disentir: la
considero una novela claramente estructurada, que mantiene el interés del lector, con
algunos pasajes de gran poesía. Los personajes están muy bien delineados a través de
sus acciones, su habla de distintos acentos regionales argentinos, sus preferencias
musicales y finalmente, y lo más importante, su solidaridad o su falta de lealtad. Y he aquí
el quid de la cuestión: el tratamiento de lo humano, la fuerza de la dignidad entre los que,
teniendo tan poco, saben compartir y preocuparse por el otro, sin entrar en el clientelismo,
que -como bien lo señalan no sólo el personaje principal sino también su heroico amigo
Simón- vienen de la mano de la traición (ya que por ese lado intentan infiltrarse en el
asentamiento los comisarios, los obispos, los intendentes para cortar el vínculo natural
entre los desposeídos y dividirlos.)
Finalmente, no puedo resistirme a citar dos pasajes que denotan solidaridad, que es en
esencia el gran tema de esta novela. El primer pasaje evidentemente narrativo: Ante
cualquier amenaza de represión, la señal debía ser palmas para convocar a los vecinos
en cada cuadra. y el segundo pasaje que muestra el tesoro que yace en el corazón:
“desde acá abajo /también se ve el sol.”
Irene Marks